- Te juro, ¡lo vi todo!
El vino tiño sus mejillas y sacó sonrisas.
Para él, ella era magia con dosis de esplendidas catástrofes.
A ella, no le podía entender la mirada.
Él intencionalmente me acercaba y me murmuraba antes de beber:
Es perfecta! Inteligente hermosa, un poco rara...Perfecta!.
¡Que gusto da ver caras felices en este oficio estimada!
Él espero la canción perfecta,
se sirvió un poco más del exquisito Carmenere
y se acerco un poco más.
Fue cosa de un par de miradas, compañera. La suerte ya estaba echada.